INUNDABILIDAD (Articulo)
INUNDABILIDAD
El
abordaje de la temática de las inundaciones en los grandes centros urbanos y de
la ciudad de buenos aires en particular, se realiza desde un marco analítico para
poder entender que es lo que sucede y porque, a que riesgos estamos expuestos y
en consecuencia como se puede responder a esta problemática.
La ciudad de Buenos Aires, como muchas otras ciudades emplazadas
en la región metropolitana, se ha desarrollado a la vera de diversos cursos
naturales de agua y durante años se ha generado una convivencia entre los
rasgos naturales de típicos sistemas fluviales con los usos y costumbres de la población.
La visión de progreso de fines de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX
impulsaron un rápido avance de la urbanización sobre los cursos de agua, que
finalizaron en la materialización de entubamientos, pretendiendo sepultar los rasgos
naturales del sistema en pos del desarrollo de barrios, infraestructura y
servicios. El dilema de ocupación de los terrenos próximos a los cursos de ríos
(típicamente llanuras de inundación) es conocido desde épocas remotas: aun
cuando la proximidad a un curso de agua presenta beneficios para el desarrollo
de la población, el fenómeno de inundabilidad
presenta reglas de convivencia más explicitas y “claras” debido a la presencia
manifiesta y permanente del rio, a la vista de todos. Pero en las tramas
urbanas donde se han entubado los cursos, se pone de manifiesto solo en ocasión
de una gran tormenta, tomando por sorpresa a propios y ajenos, accediendo el
agua a la ciudad a través de sumideros y bocas de registro. Así, las grandes
urbes como la Ciudad de Buenos Aires presentan dos caras.
Si bien los asentamientos y las inundaciones han convivido desde
siempre, es notoria la dramática evolución de las consecuencias de estas últimas,
producto de la intensificación de los eventos meteorológicos, como así también,
de la creciente opresión de desarrollo humano sobre los rasgos naturales del
sistema. De esta manera la inundabilidad es, en la mayoría de los casos, un
reflejo de la vulnerabilidad de base de ciudades y de la puja entre el
desarrollo urbano y la impronta natural geomorfológica de la red natural de desagües.
LA SITUACION ACTUAL EN NUMEROS
El área urbana que involucra a la ciudad de Buenos Aires, desde el
punto de vista hídrico, esta surcada por el paso de diversos arroyos que
conforman 11 cuencas con áreas de aporte; tres de las cuales son de características
interjurisdiccionales. Las principales cuencas desembocan en el rio de la
Plata. Ellas son, de Norte Sur, las de
los arroyos de Medrano (parte de cuya cuenca hídrica se desarrolla en los partidos
limítrofes de Vicente Lopez, San Martin y Tres de Febrero), Vega, White,
Maldonado (parte de cuya cuenca se desarrolla en los partidos de San Martin, Tres
de Febrero y la Matanza) y Ugarteche. Por otra parte, las cuencas de los
arroyos que desembocan en el Riachuelo son: Cildañez (que nace en la Matanza y
recibe un aliviador proveniente del entubamiento del Maldonado), Erézcano,
Ochoa y Elía. Con excepción del radio antiguo de la ciudad, que cuenta con un sistema
combinado (de desagües pluviales y cloacales), la mayor parte del sistema es
separado, totalizando más de 1.400 km de conductos con una densidad media de
drenaje de 25 m/ha. La red de infraestructura de la ciudad data, en su mayor parte, de mediados del
siglo pasado y, solo recientemente, ha tenido un importante refuerzo de su
sistema troncal con la concreción de túneles aliviadores del arroyo Maldonado (de
6.9 metros de diámetro y aproximadamente 15 km de longitud), obra prevista en
el Plan Director de Ordenamiento Hídrico del año 2004.
RIESGO HIDRICO
Se entiende por riesgo de inundación a la frecuencia con que los
eventos de inundación tienen lugar, multiplicada por sus consecuencias. A su
vez las consecuencias de inundación dependen de los tipos de peligros que se
generan, y la magnitud de la vulnerabilidad a dichos peligros a los cuales están
expuestas las personas, las estructuras, las actividades y el medio ambiente. Exposición
significa permanecer en el área afectada por las inundaciones, y vulnerabilidad
se define como una falta de protección, fortaleza, capacidad de recuperación
y/o prevención e información, que da lugar a que los peligros de inundación provoquen
daños, pérdidas físicas o interrupciones de servicios y perjuicios económicos.
La gestión del riesgo de inundación propone mitigar las consecuencias de una
crecida dentro de un nivel aceptable o tolerable, ya sea reduciendo la
frecuencia con la que ocurre la inundación y/o mitigando las consecuencias de
ella a través de la disminución de la explosión y/o reduciendo la
vulnerabilidad. En la mayoría de los casos, el riesgo de inundación se puede
acotar, pero raramente es posible eliminarlo. En las últimas décadas, el
concepto de análisis de un sistema de desagües migro hacia una concepción más
integral que considera que la gestión hídrica implica dirimir las condiciones
de escorrentía en dos sistemas interconectados: un sistema “mayor” o de
escurrimiento superficial y un sistema “menor” constituido por la red de desagües
propiamente dichas.
El análisis de riesgo es inherente a todo proceso de toma de
decisiones y la Health and Safety Executive del Reino Unido distingue dos
criterios putos (en esta temática) para guiar dicha toma de decisiones. Ellos
son:
-
El
criterio de igualdad que alude a que todos los individuos tienen un derecho
incondicional a un determinado nivel de protección. Este es un criterio con un
fuerte sesgo social y de amplia participación estatal.
-
El
criterio de utilidad que llama a orientar toda toma de decisión sobre la base
de un principio de equiparar costos con beneficios; un método fuertemente
utilizado por los órganos multilaterales de crédito para justificar un
determinado nivel de financiamiento. La selección de un cierto estándar de protección
hace uso habitualmente de una combinación de ambos principios.
LA GESTION DE RIESGO HIDRICO EN LOS SISTEMAS DE DESAGüES PLUVIALES
La problemática
de inundabilidad requiere de un abordaje integrado que reconozca que
asentamiento y drenaje se influencian mutuamente, y debe comprender la
totalidad del territorio que pueda afectar o ser afectado.
Su gestión
debe incluir e involucrar a los habitantes de la ciudad (expuestos o no) de
manera de informarlos cabalmente del área que ocupan y de la vulnerabilidad de
su territorio.
El conjunto de cuencas cuyos arroyos atraviesan la ciudad de
Buenos Aires ya cuenta con un estudio de diagnóstico integral que derivó en un
Plan Director de Ordenamiento Hídrico (PDOH), elaborado bajo estándares internacionales
y aprobado en el año 2006. De esta manera, el PDHO se constituyó como el eje
rector en materia hídrica para las cuencas, fundamentalmente, en el ámbito de muestra
ciudad.
El PDOH consigna un conjunto integral de medidas estructurales,
no estructurales y de gestión institucional, cuya conjunción es cada vez más
indispensable para el éxito de una gestión en materia hídrica. La periodicidad
e intensificación de los fenómenos extremos que recurrentemente afectan los
centros urbanos atravesados por sistemas de drenajes naturales, como la presión
urbana creciente, acelera el proceso hacia un nuevo paradigma de gestión que
debe poner en acento aún más fuerte en la implementación de medidas no estructurales
y marco institucional. Durante muchos años, los resultados de la evaluación clásica
de proyectos resultaron en la materialización de obras que rara vez superan los
20 años de recurrencia.
No obstante, este modelo de análisis se complejiza ante la aparición cada vez más recurrente de
eventos extremos y el desafío de lograr un equilibrio entre un modelo más
economicista y un modelo más social. Esto llevaría aparejada la necesidad de
obras de infraestructura de envergadura aun mayor, que podría comenzar a entrar
en conflicto con el resto de la infraestructura de servicios de la ciudad. Al
punto anterior se suma un tema muy complejo como la falsa sensación de
seguridad y suficiencia que generan las obras, concepto que en muchas ocasiones
termina aumentando la vulnerabilidad de la población. Dicho exceso de seguridad
trajo siempre aparejado un “cerdito” para el desarrollo de infraestructura
urbana en zonas vulnerables que no hace otra cosa que exacerbar el daño
residual potencial del sistema.
En síntesis, el desarrollo de obras de infraestructura resulta
clave, máxime en áreas cuya situación actual se encuentra muy postergada por
muchas décadas de falta de inversión en la materia. Pero claramente, no es suficiente
ante las demandas de la sociedad en el contexto climático actual. Se hace
necesaria la implementación de sistemas de alerta, campañas de educación, y
todo lo concerniente a la gestión urbana en su más amplio sentido.
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